“Primer Cabriolet del mundo con equipamiento de seguridad de serie” – este fue el titular con el que Porsche presentó el primer 911 Targa en septiembre de 1965 con motivo de la celebración del Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt IAA. La novedad del nuevo modelo deportivo era el arco Targa fijo, derivado de la probada barra antivuelco utilizada para los coches de carreras, que garantizaba un alto nivel de protección para los pasajeros. Con su techo plegable desmontable y la luneta trasera de plástico abatible, el 911 Targa se convertía además en un modelo muy versátil y ofrecía a sus pasajeros ni más ni menos que cuatro posibilidades distintas de conducción con la capota abierta y cerrada. El nuevo concepto de capota, patentado en agosto de 1965, ofrecía algunas ventajas adicionales como, por ejemplo, evitar fiablemente el antiestético hinchamiento de la capota cuando el Cabriolet circulaba a grandes velocidades por la autopista y, asimismo, evitar las torsiones de la carrocería típicas de los descapotables de aquella época. Sin embargo, la idea principal del 911 Targa era, indudablemente, el alto estándar de seguridad pasiva tan apreciado por muchos clientes: a principios de los años setenta, la cuota Targa de la gama 911 era de aproximadamente un 40%”.
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