Uno de los secretos de éxito de la gama 911 es su perfeccionamiento técnico continuo y consecuente. El 911 ha ido mejorando año tras año muchos de sus detalles con el fin de acercarse cada vez más al perfecto deportivo soñado por Ferry Porsche. Esta filosofía también se aplicó al 911 Turbo. Las características principales del 911 Turbo, perfeccionado en 1977, consistieron una ampliación de la cilindrada a 3,3 litros y el posicionamiento de un intercooler debajo del alerón trasero. Esta fue una novedad mundial para los automóviles de serie que se adaptó directamente de los coches de carreras. El intercooler reduce la temperatura de aspiración del aire en hasta 100 grados celsio. Gracias a esto, el motor puede alcanzar un mayor rendimiento y un par mayor en todos los regímenes de revoluciones – los gases enfriados disponen de una densidad mayor y, en consecuencia, ofrecen una mejor carga del motor. El resultado fue 300 CV a 5.500 r.p.m. y un par máximo de 412 Nm. Además, el enfriamiento del aire de admisión reduce la carga térmica del motor. La temperatura de los gases de escape disminuye con el fin de que también se reduzca la tasa de consumo de combustible y las emisiones de contaminantes. Otra de las ventajas es la mejora del índice antidetonante – gracias a esto se descarta, casi por completo, una inflamación espontánea de la mezcla debido a temperaturas extremas.