Porsche se ocupó del tema “corrosión” con gran éxito en 1975: el 911 fue el primer automóvil de serie en equipar una carrocería galvanizada por las dos caras. Gracias esto, Porsche pudo ofrecer una garantía de seis años contra la oxidación que se amplió a siete años en el modelo del año 1981 y, después, incluso a diez años. La carrocería bruta tratada no sólo alarga el tiempo de vida útil del automóvil, sino que también aumenta su grado de seguridad, ya que la galvanización mantiene la rigidez total y la seguridad contra colisiones de la carrocería a pesar del envejecimiento de la misma. La buena reputación del 911 como automóvil con un tiempo de vida útil extremadamente largo, se debe, en gran parte a la carrocería galvanizada – dos tercios de todos los modelos 911 jamás construidos siguen matriculados hoy en día. Antes de producir la carrocería galvanizada en serie fue sometida a numerosos ensayos. En uno de ellos se seleccionó acero fino inoxidable como material para la carrocería – de este ensayo surgieron tres prototipos de color plata brillante; uno de ellos se encuentra en el "Deutsches Museum" en Múnich. Sin embargo, los ingenieros desecharon la idea de utilizar acero fino y se decidieron por la galvanización de la carrocería bruta, ya que ésta era mucho más fácil de realizar. Uno de los legendarios recorridos con los prototipos fue a través de aguas saladas en el circuito de pruebas de Weissach con el fin de comprobar la resistencia a la corrosión de los automóviles.