Porsche pudo recoger una amplia experiencia equipando el sistema de tracción total en los deportivos del Tipo 959, portadores tecnológicos en todos los sentidos. El Porsche 959, del que sólo se fabricaron unas pocas unidades como serie especial, tuvo su continuación y efecto en el primer deportivo de serie equipado con tracción total de Porsche: el 911 Carrera 4 estrenado en 1988. El 959 equipaba un bloqueo del diferencial longitudinal regulado electrónicamente sin escalonamientos que mejoraba la dinámica de conducción y distribuía el momento entre los dos ejes en función de la distribución radial y del coeficiente de fricción de las ruedas sobre la carretera. Con el mismo objetivo, los ingenieros equiparon el Carrera 4 con una distribución básica de los momentos a través de un divisor de fuerza planetario de 31% a 69% (desde el eje delantero al trasero). Además, equipaba un bloqueo del diferencial longitudinal y uno transversal que posibilitaban variar la relación de distribución casi sin escalonamientos. El funcionamiento de estos diferenciales se controlaba a través de una electrónica integrada en la unidad de control del ABS. El siguiente modelo Carrera 4, presentado en 1994, marcó la siguiente etapa de evolución del sistema de tracción total de Porsche. Entre otros detalles, obtuvo un ligero embrague de discos múltiples Visco adaptado de forma óptima como embrague longitudinal.